Colombia un país al que muchos quieren pertenecer. Suena extraño y contradictorio, cuando días atrás se publicó en este mismo blog lo contrario y yo lo apoyé. Sin embargo, en la práctica nos encontramos con que dichas actitudes coexisten y, paradójicamente, muchas personas pueden ser acusadas de ambas como veremos a continuación.

Es un caso bien particular que el patriotismo acá sea interpretado como llevar un montón de manillas alusivas a Colombia, cuando estamos invadidos de ideas extranjeras y nos da vergüenza expresar las propias. Escuchar y apoyar fervientemente a Juanes y Shakira no es ser patriota, es sinceramente, tener mal gusto. Ponerse la camiseta de la selección, aparte de darle apoyo moral a los jugadores no ayudará a que ellos ganen (para eso se necesitan otros factores, por ejemplo, que aprendan a jugar) y no hará de usted un gran "hacedor de patria". Comerse un plato típico fuera del país con todo gusto, cuando acá lo detestaba, no cambiará la situación de los pobres en el país. Y así hay muchos ejemplos más (la banderita en el carro, la rumba en chiva, respetar los semaforos en Miami para mostrar cultura y pasárselos en rojo en Colombia, mandar un fwd de "ser colombiano es...", etc).

No me malinterpreten, no estoy en contra de ninguna de estas actividades (bueno, de pasarse el semáforo sí), pero sí en contra de los que se sienten muy orgullosos y muy colombianos por realizarlas creyendo que así hacen patria. En realidad, hay muchos colombianos haciendo grandes cosas por el país, en silencio, trabajando incansablemente por su desarrollo, incluso algunos desde afuera, velando por sus familias desde el exterior y que sí tienen un compromiso real por el país.