Esta semana leía entre los artículos de opinión de El Colombiano, uno que me llamó particularmente la atención y recordé que precisamente que desde hace algún tiempo quería comentar el tema. Claro, como este país está como está, hay que buscar chivos expiatiorios y gallinas de huevos de oro (con tal de no trabajar...).

Sé que ya puse el enlace pero no me resisto a reproducir la idea con la que empieza el artículo y que resume a fin de cuentas, por dónde va la cosa: Los jóvenes de hoy en día en vez del arte prefieren tecnología (en este mismo costal se mete el cigarrillo y el cine violento, para que no quede duda sobre la atrocidad que viene asociada). Lo primero que a uno se le viene a la mente cuando lee esto es un gran signo de admiración seguido de otro de interrogación. Qué ridiculez, la culpa ahora es de la tecnología. Pero vamos por partes: ¿qué tiene eso de malo? ¿la tecnología es mala? Por supuesto, acá están metidos el condenado juego de vídeo, las armas de destrucción masiva, los autos contaminantes, el Ipod (dispositivos para escuchar¡MÚSICA!), hombre, con todo esto no sé cómo seguimos acá parados, esos aparatos deben hasta secuestrar gente...por favor. ¿El arte hace mejores personas? Por supuesto, Hitler era un amante del arte y miren cómo llegó a ser un gran líder. ¿La sociedad será mejor mientras más sensibilidad artística tenga? No hay duda, Cuba es una sociedad muy próspera por eso. No hay hambre, es el alimento del alma, usted sabe. ¿Que el arte y la tecnología no la van? Claro, por eso nadie se ha inventado dispositivos de alta precisión para digitalizar imágenes ni para reproducir música ni para construir instrumentos musicales.

Lo mejor de todo esto es lo que a mi juicio es un problema que desde hace algún tiempo en la ciudad con respecto a la educación y es el enfoque que se le quiere dar a la gente sobre la misma. El enunciado es claro: "Medellín necesita redoblar la dosis de cultura artística en todos los estratos". Como si no fuera suficiente la forma como indiscriminadamente nos quieren embutir la palabra "cultura". Esa palabrita se puso de moda como la carta de salvación de una sociedad agobiada por la violencia.

Cultura, cultura. Hay que hacer televisión cultural (eso donde se sientan dos sujetos a hablar de "espacios ciudadanos que integren los jóvenes en un proyecto de participación comunitaria de recono ci mien to de es pa cios pa ra...zzz). Cultura, hay que hacer música, mucha música, poner a todos los niños a tocar instrumentos porque no hay para darles comida ni clases, "el que empuña un instrumento no empuñará jamás un arma", aunque a Diomedes lo hayan sentenciado por homicidio culposo (claro, ése para los seudointelectuales no es músico, pero sí empuñaba un micrófono, ¡ah! pero eso es tecnología..al servicio del mal, todo cuadra).

La verdad hay muchas formas, muchos campos del conocimiento para educar a los jóvenes y definitivamente no todo en la vida es arte y menos si se quiere convertir a los jóvenes en tristes remedos de los artistas europeos. Este país, entre tantos problemas tiene un problema de identidad enorme y no está mal que se desarrollen proyectos de fomento del arte, pero no como imposición y menos copiado de otras culturas, entre otras cosas porque la misma sociedad lo debe desarrollar. A la articulista le diría que no se preocupe, el arte no se va a acabar, porque la misma sociedad, en su momento y a su forma, se encarga de nutrirlo porque lo necesita. En cuanto a la tecnología, bueno, es arte.